El día de Navidad amaneció limpio y frío, con unas nebuscas y/o granicillo intermitente por la mañana y bajando del "0" en la entrada de la noche. Abrigaros.
Tal y como se esperaba el discurso de Navidad de SS.MM el Rey Felipe no defraudó: el recuerdo a las víctimas de la pandemia del coronavirus, tanto a los que nos dejaron en soledad y silencio, como a los que día a día se se ven afectados por la enfermedad, ocupó la mayor parte del discurso aportando algo intangible y necesario como es la esperanza en la recuperación de la vida que hemos perdido.
En el escenario dispuesto para la comparecencia se contaba con la presencia de nuestra Constitución, pegamento necesario para sujetar las tensiones de nuestros días y fundamento de nuestra convivencia social y política, que TODOS tenemos el deber de cumplir y respetar (aunque algunas veces no sea de nuestro agrado).
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