Mayo se marcha sin novedad por el pueblo, con un día templado y nubes sin agua.
Ayer pusimos en valor el que fue colmenar del Sr. Perfecto y hoy por falta de noticias, vamos a hablar un poco del que fuera de los señores Ildefonso, Timoteo y Félix Antón (abuelo, padre e hijo).
Este verano me encontré con Félix cuando bajaba de echar un ojo a las abejas y rápidamente salió una conversación de lo más interesante, en referencia al colmenar que su familia tuvo hasta que llegó la parcelaria y que estaba ubicado en una parcela bastante grande en la ladera mirando al sur, al lado de la nave de José Manuel; era conocida como "la Guindalera del Sr. Timoteo".
Se conoce que este colmenar era utilizado por el Sr. Ildefonso Antón Lodoso desde el siglo XIX y por su construcción robusta de piedra labrada y muros de mampostería, posiblemente fuera edificado en un periodo anterior. Estuvo en funcionamiento hasta que la familia se trasladó a Burgos hacia 1960, y tras quedar excluido en la concentración parcelaria, se fue cayendo y la piedra de su construcción reutilizada. Actualmente solo queda la pared contra la ladera y algunas de la piedras que marcan su antiguo trazado, estando invadido por la vegetación salvaje por lo que pasa prácticamente inadvertido.
La fábrica del edificio de 16 por 08 metros, albergaba 30 hornillos construidos con escriños de paja invertidos y barro en los cuales tanto Félix como su padre el Sr. Timoteo, metían los enjambres salvajes que por entonces -libres de las pestes actuales-, eran fáciles de encontrar en cualquier lugar del pueblo.
Félix comentaba varias anécdotas como que el manejo de la abejas se hacía con las manos desnudas y la cabeza cubierta con una tela y que gracias a todas la picaduras de la abejas, nunca ha tenido reúma.
La miel se cataba en octubre-noviembre y los trozos de panal con la miel recogidos se prensaban con una prensa de madera, se colaba con un saco fino y se guardaba en orzas de barro. El agua de lavar el saco era conocida como "aguamiel" y se daba a la chiquillería y vecinos. La miel no se comercializaba, sino que se consumía, cambiaba o regalaba y la cera era comprada por algunos tratantes que visitaban el pueblo de vez en cuando.
El Sr. Timoteo padre de Félix, para evitar en mayo que las abejas propias se dispersaran al enjambrar, le mandaba quedarse en el colmenar y cuando se formaba el enjambre y salía de los hornillos, Félix se encargaba de hacer chocar dos tejas y supuestamente con el sonido, el enjambre se detenía en alguna rama o árbol cercano al colmenar, donde podía ser fácilmente recogido.
Aunque se ha hecho un poco largo de contar, merece la pena recordar o conocer la historia del colmenar de la familia Antón, que durante casi 100 años al menos, estuvo produciendo miel en el pueblo.
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