Acabamos de recibir una muy triste noticia, el fallecimiento de Santi, nuestro alguacil, vecino y amigo.
Hemos perdido una buena persona, una gran persona; buen conversador que en cualquier momento paraba la bici para echar una charlada y te contaba algo de un tal xxx al cual había "bautizado"; gran trabajador y madrugador, ya helara, lloviera o nevara, con todo siempre a punto: los contadores, los hidrantes, las alcantarillas, el almacén, la herramienta siempre limpia y ordenada, la poda de los árboles y la corta del seto, barrer, recoger y quemar las hojas del parque (preparando unas buenas humaredas detrás del frontón, algo que le encantaba) y muchas mas labores, hasta las de abrir y cubrir las sepulturas, que no es trabajo fino ni agradable. Seguro que nos ha dejado la segadora con la batería desconectada, para que al año que viene "arranque a la primera".
Ha tenido una vida de trabajo, dedicación a su familia y su pueblo. Al final "el bicho" -como le llamaba él sin acritud y sin miedo-, ha ganado la batalla y se lo ha llevado en menos de un mes. Nos queda el consuelo de que ha fallecido sin dolores -que era lo que peor llevaba-, y seguramente con la esperanza de curarse y volver a su vida cotidiana, su huerta, sus paseos, su leña y sus cosas...
Todos los fallecimientos son tristes, pero alguno como éste deja un hueco que tardará en llenarse, ya que a lo largo de los años, Santi pasó a formar parte del paisaje y del día a día del pueblo y como muchas veces ha sido protagonista de este diario, así le recordaremos, descansa en paz.
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